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Uno de los datos ‘curiosos’ que envuelven al llamado ‘lavado de dinero’ es el relativo a su historia. Por ejemplo, ¿sabías que el término se acuñó en los años 20, en Estados Unidos, durante el periodo de la prohibición del alcohol? ¿Que el mafioso de origen italiano Al Capone lo hizo célebre al utilizar lavanderías para hacer creer a las autoridades que sus ganancias eran lícitas cuando en realidad provenían del tráfico de bebidas embriagantes? ¿O que su coartada consistía en reportar ingresos superiores a lo que realmente obtenía de la limpieza de ropa, lo cual le permitía ‘blanquear’ el dinero que realmente generaban sus actividades ilícitas?

Al igual que este mítico gángster, hoy los cáteles de lavado de dinero se las ingenian para burlar la seguridad de los sistemas financieros, para crear empresas fantasmas o para limpiar dinero ilícito mediante la compra/venta obras de arte, joyas, inmuebles, etcétera, delito que al año podría alcanzar entre 25,000 y 62,000 millones de dólares blanqueados según datos de la ONU.

La ruta que siguen contempla tres etapas. En la primera, el dinero accede al sistema financiero a través depósitos bancarios en efectivo o de inversiones en instrumentos financieros. Para ello, los delincuentes usan figuras falsas o recurren al robo de identidad. 

En la segunda, el activo cambia su forma original para dificultar su rastreo por parte de las autoridades. De este modo el dinero pasa de una cuenta bancaria a un activo fijo o a la cuenta de un particular. Y en la tercera, los activos ilegales se reinsertan en la economía aparentando ser legítimos para ser reutilizados. Generalmente se usan empresas fachada donde los delincuentes reclaman acciones/ganancias.

Para evitar estos ilícitos y blindar al sistema financiero, en 2013 entró en vigor la Ley Federal para la Prevención e Identificación de Operaciones con Recursos de Procedencia Ilícita, la cual determina la existencia de más de 15 actividades vulnerables a ese ilícito, entre las que destacan el desarrollo inmobiliario, el servicio de mutuo, préstamo o crédito, así como el de outsourcing, por ejemplo.

Su reglamento determina que los Sujetos Obligados (SO) deben identificar a clientes y usuarios que superen los umbrales determinados por la autoridad, resguardar su información por cinco años y presentar avisos periódicos de las operaciones que superen los umbrale determinados por la autoridad, entre otros aspectos. 

El caso omiso de estas disposiciones o el cumplimiento parcial puede generar multas que superan los cinco millones de pesos o incluso ser acreedor a pena de cárcel.

Para evitar contratiempos te recomiendo buscar asesoría en Prevención de Lavado de Dinero (PLD) y apalancar tu nivel de cumplimiento con un software especializado como Prevenet, el cual es un software de gestión de información especialmente diseñado para ayudar a SO de la industria de la inmobiliaria, firmas de outsourcing y empresas de préstamo mutuo a alinearse con las disposiciones de la citada ley.

Este software se encuentra en la nube y se oferta como servicio. Cuenta con un sistema de alerta sobre las fechas de presentación de avisos, permite hacer envíos masivos y facilita el resguardo de la información de tus clientes hasta por cinco años, que es el periodo que marca la ley. Además, está alineado y actualizado a la legislación y cuenta con una mesa de ayuda atendida por expertos en su reglamento. Recuerda, cumplir con la ley no es opcional. ¡Asesórate!